Falta...

Las noches se han hecho frías, falta tu sombra a contraluz, falta tu imagen en el reflejo de las ventanas, falta tu presencia capaz de encender el fuego más cálido en las profundidades de mi mente.

No...

Corten mis manos y piernas,
arranquenme los ojos,
abandonenme tan lejos como les sea posible,
mi corazón no dejará de latir.-

Callejero...

Entre fierros forjados y árboles secos te encontré, olías a abandono...
Te llevé a mi casa, nos bañamos, dormiste en mi cama, te defendí de mi familia y de cualquiera que osara hablar mal de ti, te alimenté con la mejor comida y con caricias el corazón; te di todo lo que cualquiera como tú hubiese deseado.
Y de la nada, me dejaste y volviste al lugar de donde te saqué...
A los perros callejeros les gusta más el sabor a soledad; a libertad me dirías si pudieras hablar

Zombie...

Aprieto mis puños con igual fuerza que anhelo esos deseos secretos que escondo bajo mi almohada.
Las líneas del techo se hacen recurrentes y constantes en mis silencios y mis noches. Casi como una prisión este cuarto encierra parte de mi ira y mi rencor, y no existe una ventana por donde dejar escapar la suciedad de momentos incoherentes y no gratos que no dejan otra moraleja que el vacío interno.
El humo de mi cigarrillo se entremezcla con los diferentes olores que se pueden percibir solo con la paciencia que en mi destaca, hay momentos en los que de la nada te sientes envuelto en una ráfaga silenciosa y cálida (aveces fría) que te agobia como un cazador a su presa, te ahogas, incluso a veces dejas de respirar, y cuando esto ocurre te transportas a un universo completamente irracional del que por momentos no quieres abandonar.
A mi me gusta dormir, porque cuando no duermo bien mi cerebro comienza a maquinar historias de prisiones y universos paralelos que te absorven como a un zombie.