Pensando en ti...

Mi mochila, la abro... Dentro hay una pequeña cajetilla un poco arrugada, en ella dos papelillos con filtro rellenos de tabaco, el señor de la cajetilla me mira... a mi no me gusta, tomo uno, busco mi pequeño encendedor negro, cierro la mochila. Pongo el cigarrillo entre mis labios y lo enciendo. En la oscuridad de mi pieza solo se ve una pequeña luz que irradia el tabaco que se combustiona.
Aspiro, pienso un poco, siento como el humo se desliza por mi garganta y exhalo. En el humo que sale de mi boca creo verte. Es increíble estoy pensando en ti.

15 De diciembre

Le gustaba recorrer los mismos lugares; todos los días lo mismo, desde que se levantaba hasta que se dormía. Todas las noches soñaba lo mismo, todas las noches camino a casa la veía, pero nunca alcanzaba a hablarle, siempre aparecía ese auto, siempre el mismo, de color blanco y conducido por aquel hombre de bigotes, ese auto que bruscamente la obligaba a despertar.

Ella no sentía nada, no tenía noción del tiempo. No sabia que vivía en un sueño; no recordaba nada desde que se dormía

Algo esperaba, ya se le iba otro año, cuando un día de diciembre, de nuevo a las ocho en punto cuando ella regresaba a casa, la vio en la misma banca y esperó en la esquina, aquella esquina de todos los días.

Como todos los días, al verla, sus ojos brillaron, pero esta vez ella la miro, se conocían de toda la vida. Semáforo en verde. Como nunca antes, cruzaba la calle y se dirigía a la banca donde ella estaba mirándola. Una bocina, un grito, ya no despertó

Su nombre era Andrea, tenía 18 años y había muerto hace 3. Su alma esperaba a la que había sido su único amor, aquella niña que conoció en la esquina, la misma esquina que un 15 de diciembre se llevo su vida.


(Este es mi trabajo para lenguaje, tuve un 7, todo gracias a ella, lo hice en su casa, en fin, es mi musa, es mi todo.)